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Lo que el ojo no ve: Las etiquetas

LA IMPORTANCIA DE LEER ETIQUETAS

Cuando uno va al supermercado es más que habitual observar a una persona parada enfrente de una estantería, a unos dos metros del producto, analizando a golpe de vista que producto es más económico dentro su inmensa variedad de envolturas y contenientes.

Sin embargo, son muy pocos los que se aventuran dos pasos hacia el mismo para agarrarlo y leer la etiqueta que nos indica su composición nutricional, su valor biológico y en definitiva, que es lo que nos estamos llevando.

Quizás la mayoría pensará que eso es una ardua tarea digna de nutricionistas y dietistas y que debe de ser muy complejo de entender. El problema es que los fabricantes, bien conocedores de la situación, harán todo lo posible por vender sus productos sacando brillo a sus bondades y ocultando sus vergüenzas a través de contenientes ilusos o contenidos engañosos.

A continuación vamos a exponer algunos clásicos que debemos de tener en cuenta:

Zumos, Cereales y azucares añadidos

Siempre que oigo zumo de naranja natural no puedo evitar recordar aquella escena de Gabino Diego en la película de Torrente2 pidiendo un zumo pero “natural eh”. Sin lugar a dudas, una analogía perfecta entre lo saludable y lo indeseable o insaludable. Nada más cercano a la realidad.

El principal problema de una mala alimentación, generalmente, no suele residir en un exceso de lípidos o grasas sino más bien en los hidratos de carbono y en especial en el azúcar.

Sería absurdo considerar que los hidratos de carbono es el enemigo y el azúcar el causante de todos nuestros males. Este Macronutriente tiene una función muy destacada dentro de nuestro metabolismo y es muy importante incorporarlo diariamente  en nuestra dieta en tanto en cuanto es necesario y en el momentos adecuado.

El azúcar es uno de los principales negocios de la era moderna por su capacidad de generar adicción. Las empresas y fabricantes saben que cuanto más azúcar introduzcan mayor productividad y prosperidad le darán a su producto.

Esta abundancia de azúcar ha desencadenado en la actualidad en algo más que un problema de caries, llegando hasta el punto de ser considerado como una pandemia manifestada en forma de obesidad, diabetes, ateroesclerosis y problemas coronarios.

Por este motivo hemos de prestar mucha atención a la cantidad de azucares que se le han añadido al producto para hacer de este más apetecible y adictivo.

Desde la OMS se recomienda consumir un 5% de azucares añadidos del total de nuestra dieta, es decir, 25 gramos diarios.

Esta cantidad se vuelve irrisoria y utópica de afrontar con productos tan presentes y cotidianos como los los zumos, yogures y cereales que intentan centrar la atención en la cantidad de fibra, la escasez de grasas o la naturalidad del producto para introducir de forma hábil desmesurada la cantidad de azúcar y con ello el índice glucémico de sus productos.

Un vaso de zumo envasado como el que se muestra en la imagen ya contendría la totalidad de azucares recomendados para una persona sedentaria en régimen moderado de 2000 kcal diarias.

Si a esto le añadimos una taza de cereales camuflados como «ricos en fibra» y un vaso de leche desnatada (un menú aparentemente sano y natural) el resultado podría elevarse por encima de los 60 gramos de azúcar, es decir, más del doble de la cantidad diaria recomendada.

Productos Light:

Contener esa palabra de origen anglosajón suele ser motivo suficiente de incorporar el producto a nuestro carrito con la convicción de estar llevándonos un producto que nos hará bajar de peso o por lo menos no engordará. Nada más alejado de la realidad.

El contenido reducido o light se le otorga a aquellos productos que reduzcan en un 30% uno o varios de sus nutrientes, pero para nada esto hará que el producto sea “ligero”. En todo caso podríamos denominarlo “menos pesado” en comparación con su matriz original pero de ahí a que sea ligero, en la mayoría de los casos, suele ser una mera fantasía.

Aquí tenemos un claro ejemplo de un producto “reducido” donde el impacto de sus grasas saturadas bajo la ingestión desmesurada de pensar que podemos comer lo que queramos porque es “light” pueden hacer de este producto el mayor de los pesados.

Productos engañosos

Desde que era niño siempre he pensado que el jamón era un producto cárnico procedente de los animales, sin embargo, cuando te paras a leer la etiqueta de dichos envasados y te percatas de que solo el 50% total del producto es carne, como podemos apreciar en la imagen inferior, te preguntas…¿qué estoy comiendo?. Pues en la mayoría de casos patata y azúcar (almidón y dextrosa) los cuales son, quizás, los peores compañeros de viaje que te puedas echar si tratas de ponerte a dieta por su elevado índice glucémico y su capacidad para despertar a la insulina

Pero lo que es aun mas curioso es que, conforme aumenta el tamaño del producto lo hace de forma inversamente proporcional el valor biológico del mismo hasta situarse por debajo de la mitad del volumen original que debería ser el producto.

LLegado a este punto no sería ninguna incongruencia colocar este tipo de envasado en la sección de hortalizas.

Desde one2one recomendamos:

  • Leer de forma cuidadosa las etiquetas.
  • Prestar especial atención a las grasas «saturadas» y a los azucares «añadidos»
  • Si es posible, no elegir un producto en base a su precio.
  • Evitar productos manufacturados y envasados.

Come bien, entrena en One2One.

 

Pablo Leante
One2one Training